A las 8:30 h, en la soleada mañana del miércoles 6 de noviembre, arrancó en dirección suroeste nuestro autobús, con 47 socios, hacia la desconocida e infravalorada, pero interesantísima, localidad toledana de Guadamur.
Interesantísima. Como nuestra reactivada Asociación de Mayores de la Universidad Rey Juan Carlos (AMURJC). Nuestro primer viaje. Cargados de ilusión y con el empeño de que sea el comienzo de una próspera actividad cultural dirigida a los estudiantes del Grado de Mayores. La excursión pudo sufragarse en su totalidad gracias a la subvención que la Universidad otorga a las asociaciones de estudiantes que cumplen los requisitos. Los participantes solo abonaron su comida.
En Guadamur desarrollan su excelente trabajo los miembros de la Oficina de Turismo, reputados y entusiastas historiadores. Dividieron el grupo en dos para realizar la visita sin que perdiéramos ningún detalle. Así, mientras un grupo visitaba el castillo de los condes de Fuensalida, primorosamente restaurado por manos privadas y convertido en espacio gastronómico para distintos eventos y escenario cinematográfico ocasional donde se han rodado algunos títulos famosos, el otro hacía lo mismo con la ermita de la Natividad, reconvertida en lo que pudo ser la medieval iglesia del conjunto monástico de Santa María de Sorbaces, con las coronas votivas de los reyes visigodos colgando delante del icono bizantino de la Virgen con el Niño. De ahí se pasaba al Centro de Interpretación del yacimiento de Guarrazar, donde se refleja minuciosamente todo el proceso de aparición en 1858 del tesoro visigodo. Y completábamos la visita con el museo Salyperla, maravillosa colección particular que atesora la mejor colección privada de muñecas infantiles del país.
Tras un reconstituyente menú típicamente castellano emprendimos camino a la Iglesia de Santa María de Melque, en San Martín de Montalbán, joya visigoda, enigma histórico y excepción arqueológica, donde arte y misticismo se dan la mano y donde atendimos a la narración de su fundación Aún dio tiempo a que parte del pasaje desembarcara en la Puebla de Montalbán, patria chica de Fernando de Rojas, y entraran a conocer el Museo de la Celestina, hija adoptiva de la que el municipio se enorgullece.
Acabamos contemplando el atardecer en las cercanas Barrancas de Burujón, que tiñe de rojo las cárcavas erosionadas por el río Tajo en esa mágica hora en la que el sol abandona su omnipresencia y la retina se colmata de imágenes para el recuerdo de una jornada inolvidable.
Gracias a las subvenciones de la URJC a la asociación, podemos disfrutar de estas actividades culturales tan interesantes.